Lago Puelo - Puerto Varas
Después de mucho pensar e indagar, decidí a cruzar a Chile por la costa norte del Lago Puelo. Esta travesía me obligo a dormir en la montaña, para lo cual compre una carpa doite "Solouno" y todo el equipo necesario para permanecer al menos tres días en la montaña sin contacto con poblaciones urbanas.
Llegue a Puelo los primeros días de enero y me hospede en un Hostel propiedad de un ex guardaparque, quien me asesoro respecto de lo que ya a esta altura no era un camino, simplemente una senda de animales utilizada por antiguos pobladores en sus viajes a ambos lados de la frontera.
Desistí de hacer parte del trayecto en barco, y opte por el camino mas largo y dificultoso.
Partí bien temprano en busca de la pasarela sobre el río azul que me pondría el la ribera norte del lago.
Ahí me encontré con un paisaje maravilloso que me acompañaría durante todo el trayecto y también frente a la mas absoluta soledad.
Partí bien temprano en busca de la pasarela sobre el río azul que me pondría el la ribera norte del lago.
Ahí me encontré con un paisaje maravilloso que me acompañaría durante todo el trayecto y también frente a la mas absoluta soledad.
Fue como todas las siguientes, una jornada larga, dura, y con la bici al hombro durante todo el trayecto. En algún momento perdí el rumbo y el destino me puso frente a dos rosarinos (caminantes ellos) que iban a la frontera. Nos reecontramos mas adelante haciendo los tramites migratorios en el puesto de gendarmería a orillas del Lago.
Acampamos juntos, y combinamos para el próximo día encontrarnos en el lago Las Rocas ya en territorio chileno, en donde volveríamos a acampar. Ahí conseguimos que un poblador local que disponía de una pequeña embarcación nos trasladara a la otra orilla del lago.
Después de navegar 40 minutos volví a la bici para recorrer un corto camino hasta el lago Azul, en donde encontraría al único poblador de la zona, quien me facilito un teléfono satelital para llevar buenas noticias a mi familia. También me hizo un muy buen guiso de cordero, y le compre pan y miel.
Después de navegar 40 minutos volví a la bici para recorrer un corto camino hasta el lago Azul, en donde encontraría al único poblador de la zona, quien me facilito un teléfono satelital para llevar buenas noticias a mi familia. También me hizo un muy buen guiso de cordero, y le compre pan y miel.
Al día siguiente junto a los rosarinos cruzamos el lago Azul, para después recorrer en bici algo mas de 15 km hasta Llanada Grande y de ahí 33km hasta al lago Tagua Tagua que se cruza con un transbordador.
Me despedí de los jóvenes rosarinos, quienes seguirían rumbo al parque Hornopiren, yo hasta Puerto Varas, donde descansaría un par de días y recorrería algunos pueblos aledaños como Frutillar, antigua colonia de alemanes donde se puede comer una deliciosa pastelería.
Me despedí de los jóvenes rosarinos, quienes seguirían rumbo al parque Hornopiren, yo hasta Puerto Varas, donde descansaría un par de días y recorrería algunos pueblos aledaños como Frutillar, antigua colonia de alemanes donde se puede comer una deliciosa pastelería.
Durísima travesía, de las mas exigentes que hice, poca bici y mucho treking, un esfuerzo demoledor. Vi y recorrí los paisajes mas bellos e inhóspitos por mi conocidos, dormí bajo de la inmensidad del cielo patagónico contemplando las estrellas en el mayor de los silencios, sensaciones irrepetibles que me llenaron de placer.
Si existe el paraíso, estuve cerca, y cuando perdí el rumbo sentí una mano amiga que me guiaba por esos remotos lugares . Pasados algunos años, hoy cuando escribo estas líneas vuelvo a sentir las mismas emociones de entonces que se mantienen vigentes en mi memoria.
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